Nota del traductor

La traducción es soberanamente imperfecta siempre: implica acomodos, deslices, renuncias y sobre todo, traiciones (ya saben: traduttore, tradittore!).

Y si le añadimos una adaptación pensando en 600 millones de personas que hablan la misma lengua, y que esa lengua tiene más variantes que el coronavirus… bueno, qué decir.

Un dolor de cabeza fascinante.

Esto es una guía: debe marcar un camino lo más claramente posible. Y procuramos hacerlo riguroso, sólido y ameno. En la búsqueda de que se comprenda allí donde se habla alguna forma de nuestra lengua bellísima y no tan flexible, hemos hecho consultas con amigos y colegas, periodistas y lingüistas de varios países, persiguiendo un consenso imposible. En ciertos casos, elegimos abrazar la comisión de dos pecados resonantes: la simplificación y la sobrexplicación. Por las dudas.

Igual, sabemos que nada alcanzará. Perdón, perdón. Lo hemos intentado, de veras. Y así nos duele la cabeza: fascinantemente. Necesito explicitar un reconocimiento especial para Aldana Vales, que lidió con los estudios de caso. Y aquí dejamos asentadísimo el agradecimiento por cada aporte a Agustina Arias, Agustín Tonet, Sebastián Auyanet, Ana Paula Valacco, Javier Borelli, Kate Hanneford-Smith, Juan Carlos Simo, Eduardo Suárez, Jorge Caraballo, Janine Warner, Santiago Sánchez, Ana Prieto, Chani Guyot, Mariano Castellucci, Chris Irons, Becca Edwards, y también a Franco, Patricia, Rachel, Cynthia, Roy, Kim y Celeste, que escogieron no elevar sus apellidos a los cielos de la fama.

Abel Escudero Zadrayec

Bahía Blanca, Buenos Aires, Argentina. Mayo de 2021